
En un discurso conmemorativo del 214 aniversario de la independencia de Venezuela, Nicolás Maduro anunció planes para desarrollar misiles balísticos y sistemas antimisiles, con el apoyo de “amigos del mundo” como China, Rusia e Irán. Esta declaración subraya la ambición militar del país, que ya cuenta con un arsenal significativo de más de 5.000 misiles, en su mayoría de origen ruso e iraní. La iniciativa busca fortalecer la soberanía venezolana en un contexto de tensiones geopolíticas, aunque la capacidad del país para producir internamente tecnología tan avanzada genera escepticismo entre los expertos.
A pesar de la reciente inauguración de una fábrica de municiones para AK-47 con capacidad de 70 millones de cartuchos anuales, resultado de un acuerdo de dos décadas con Rusia, la viabilidad de desarrollar misiles balísticos propios es cuestionada. Analistas dudan de que Venezuela tenga los recursos necesarios para sostener un conflicto a gran escala o para mantener su armamento existente, más allá de la producción de drones. El anuncio de Maduro, por lo tanto, plantea interrogantes sobre sus verdaderas motivaciones y el impacto real de estas ambiciones en la estabilidad regional.