
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que su Gobierno impulsará la aplicación de la pena de muerte para quienes cometan asesinatos en Washington, D.C., pese a que este castigo fue abolido en la capital en 1981. Durante una reunión de gabinete, Trump aseguró que su administración solicitará la sanción máxima como una medida “fuerte y preventiva” contra el crimen en la ciudad.
La iniciativa se enmarca en la estrategia de seguridad que el mandatario ha desplegado en la capital, donde ya declaró una emergencia, tomó el control de las autoridades locales y ordenó el despliegue de 2.000 efectivos de la Guardia Nacional. Según Trump, la medida busca reforzar la disuasión y garantizar que “nadie quede impune” en casos de homicidio.
Sin embargo, el anuncio enfrenta importantes obstáculos legales y políticos. Washington, D.C. prohibió la pena capital hace más de cuatro décadas y sus ciudadanos rechazaron restablecerla en un referéndum en 1992. Aunque la ciudad está bajo jurisdicción federal y los fiscales federales pueden en ciertos casos pedir la pena de muerte, expertos advierten que el camino sería complejo y difícil de aplicar en una ciudad con un electorado históricamente contrario a esta sanción.
La propuesta de Trump llega en un momento en el que la violencia en la capital muestra una tendencia a la baja en comparación con años anteriores, lo que ha llevado a críticos a cuestionar si se trata más de una estrategia política que de una necesidad real de seguridad.