
Los Ángeles, California – Las redadas de inmigración en Estados Unidos están dejando una estela de miedo y devastación económica, afectando de manera desproporcionada a los negocios propiedad de inmigrantes latinos o aquellos que los emplean. Un reciente análisis revela cómo estas operaciones están paralizando el comercio y transformando vibrantes centros económicos en “pueblos fantasmas”.
Milagros, una empresaria peruana con tiendas de productos naturales en EE. UU., es un claro ejemplo de esta crisis. Según su testimonio, sus ventas se han desplomado en un alarmante 75% desde que comenzaron las redadas. La situación no es aislada; Juan Ibarra, quien gestiona un mercado de frutas y verduras en Los Ángeles, ha observado una drástica reducción en el número de clientes, atribuida directamente al temor que se ha apoderado de los trabajadores inmigrantes.
El impacto más palpable es un clima de miedo generalizado. La comunidad latina, incluso aquellos con estatus legal, vive con la constante aprensión de salir de sus hogares o conducir, temiendo ser detenidos o acosados. Esta atmósfera de terror ha provocado el cierre de numerosos mercados grandes y establecimientos de comida, dejando calles y barrios que antes bullían de actividad en un silencio desolador.
Expertos y dueños de negocios coinciden en que estas redadas están infligiendo un daño económico significativo que trasciende las fronteras de Los Ángeles, amenazando la economía de todo California. A pesar de las claras consecuencias adversas para el tejido económico local, las órdenes presidenciales indican que las redadas continuarán en diversos sectores, incluyendo granjas, restaurantes y hoteles.
La situación plantea serias interrogantes sobre el equilibrio entre las políticas migratorias y su impacto en la economía y la vida de miles de personas. Mientras la comunidad latina lucha por mantener a flote sus negocios y su día a día, la continuidad de estas operaciones augura un futuro incierto para muchos.