El martes 21 de octubre de 2025, Estados Unidos llevó a cabo un ataque militar letal contra una lancha rápida sospechosa de narcotráfico en aguas internacionales del océano Pacífico Oriental, cerca de las costas de Colombia. La operación, autorizada por el presidente Donald Trump, fue confirmada por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien identificó a los dos ocupantes fallecidos como “narcoterroristas” vinculados a una organización criminal clasificada como terrorista. Este incidente, el primero de su tipo reportado en el Pacífico, refuerza la estrategia estadounidense de combate al narcotráfico en la región.
Bajo el mando del Comando Sur (SOUTHCOM), la operación forma parte de una serie de al menos siete ataques similares desde septiembre de 2025, enfocados en desmantelar rutas de tráfico de drogas. Según Hegseth, la embarcación transportaba “cantidades sustanciales de narcóticos” y operaba en una ruta conocida de contrabando cercana a Colombia. En una publicación en la plataforma X, el secretario comparó a los cárteles con grupos como Al Qaeda, declarando que “están librando una guerra contra nuestra frontera y nuestro pueblo”, y prometió “justicia sin refugio ni perdón”. Un video de 23 segundos mostró la lancha antes de ser destruida por el ataque.
La acción ha desatado controversia. En EE. UU., sectores conservadores respaldan la ofensiva como una medida necesaria contra el narcotráfico. Sin embargo, la cercanía del ataque a las costas colombianas ha generado críticas en la región, especialmente por la falta de coordinación con las autoridades de Colombia. Organizaciones de derechos humanos han cuestionado la legalidad de clasificar a los ocupantes como “terroristas” y el uso de fuerza letal en aguas internacionales, advirtiendo sobre posibles violaciones a los derechos humanos y tensiones diplomáticas.
Este incidente subraya la militarización de la lucha antidrogas bajo la administración Trump, con un enfoque en operaciones de alto impacto. La proximidad a Colombia plantea preguntas sobre la soberanía regional y la cooperación internacional, mientras el debate sobre la efectividad y las consecuencias de estas tácticas continúa. El futuro de estas operaciones podría redefinir las dinámicas de seguridad en el Pacífico y las relaciones entre EE. UU. y los países latinoamericanos.