
En medio de las manifestaciones frente a la Universidad Pedagógica y la sede de la ANDI en Bogotá, un grupo de encapuchados vandalizó el CAI de la calle 72 con carrera Séptima, rompiendo vidrios y dejando mensajes contra la “élite económica”. Policías y gestores de convivencia permanecen en la zona para garantizar la seguridad.
Las protestas se originaron tras el secuestro de dos ciudadanas colombianas durante la flotilla internacional Global Sumud, que buscaba llevar ayuda humanitaria a Gaza. Algunos manifestantes señalaron a la ANDI por su participación en tratados comerciales con Israel, aunque el gremio ha negado cualquier vínculo directo con el conflicto.
El hecho de que las manifestaciones se dirigieran a la ANDI y no a la embajada de Israel ni a otras representaciones judías responde a varias razones: la ANDI es un símbolo visible del poder económico y de decisiones que los manifestantes perciben como influyentes en políticas internacionales. Además, atacar la comunidad judía local habría sido considerado discriminatorio y antisemitismo, mientras que concentrarse frente a un gremio económico tiene un impacto simbólico y mediático más fuerte.
Es importante destacar que la ANDI no es responsable de los conflictos en Gaza ni crítica del gobierno en este contexto, pero fue tomada como un blanco simbólico por su rol en el poder económico. Los actos de vandalismo representan un desbordamiento de la protesta, que en su mayoría busca visibilizar demandas de manera pacífica y legítima.
En síntesis, las manifestaciones combinan indignación por una situación internacional con un reclamo hacia actores simbólicos locales, pero el daño a bienes públicos y privados desvirtúa el mensaje de la protesta y pone en riesgo la seguridad de todos.