El paro nacional convocado en Colombia este 28 y 29 de mayo de 2025 ha generado un intenso debate sobre su verdadero impacto. Mientras que algunos reportes y percepciones iniciales señalaron una baja asistencia en ciudades clave como Bogotá y Medellín, lo que llevó a muchos a calificarlo como un “fracaso”, las cifras oficiales y los datos de movilidad mostraron una realidad más matizada. La Policía Nacional informó de actividades de protesta en más de 70 municipios, y TransMilenio en la capital sufrió interrupciones, evidenciando que, aunque no se detuvo el país por completo, sí hubo afectaciones significativas.
En este contexto, la interpretación del paro depende en gran medida de la perspectiva. Para quienes esperaban una movilización masiva similar a las de años anteriores, la percepción de un bajo número de manifestantes pudo sugerir un desinflamiento del apoyo. Sin embargo, para los organizadores, como las centrales obreras y los movimientos sociales, el objetivo era presionar al Congreso a favor de las reformas del gobierno, logrando una presencia nacional, aunque dispersa. Este paro, más allá de la cantidad de personas en las calles, abre un interrogante sobre la capacidad de convocatoria actual de estos movimientos y la forma en que se medirán sus resultados en el futuro político del país.