
El Monte Everest, la cumbre más alta del planeta, se convirtió en escenario de una dramática operación de rescate luego de que casi mil personas, entre alpinistas y guías locales, quedaran atrapadas por un repentino cambio en el clima. Fuertes vientos, intensas nevadas y avalanchas bloquearon las rutas principales de ascenso y descenso, dejando a decenas de expediciones varadas en diferentes campamentos de la montaña.
Las autoridades de Nepal confirmaron que la mayoría de los atrapados se encuentran entre los 6.000 y 7.500 metros de altura, principalmente en los campamentos II y III, aunque algunos grupos pequeños permanecen más arriba, cerca del Campamento IV, a unos 8.000 metros, en la temida zona de la muerte. En esa área, el aire contiene solo un tercio del oxígeno disponible al nivel del mar y las temperaturas pueden caer por debajo de los –40 °C, lo que convierte la supervivencia en una carrera contra el tiempo.
Los expertos advierten que los rescatistas tienen una ventana crítica de entre 24 y 48 horas para evacuar a los alpinistas atrapados por debajo de los 7.000 metros. Por encima de esa altura, el margen es aún más estrecho: quienes se encuentran en la zona de la muerte solo podrían resistir entre 12 y 20 horas sin oxígeno suplementario o refugio adecuado.
Equipos de rescate nepalíes, apoyados por helicópteros y guías sherpas experimentados, trabajan contrarreloj aprovechando breves pausas en el mal tiempo para llegar a los campamentos aislados. Sin embargo, las condiciones extremas dificultan el avance y limitan los vuelos aéreos.
El gobierno de Nepal aseguró que todos los recursos están movilizados y pidió calma a las familias, mientras el mundo observa con expectativa y angustia una de las operaciones de rescate más difíciles y riesgosas en la historia reciente del Everest.