Michelle Char: una reina forjada en calles, tambores y tradición.

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Por: Aze Cervantes.

Michelle Char Fernández, reina del Carnaval de Barranquilla 2026, encarna la fuerza y autenticidad de nuestra fiesta. Con una vida dedicada al baile y a su gente, su reinado promete devolver el Carnaval a sus raíces más genuinas.

Hay historias que parecen escritas para marcar la diferencia e impactar. Y no, no me refiero a los apellidos ni a los títulos que se heredan. Hablo de esos caminos que se construyen con sudor, disciplina y pasión: mucho antes de que llegue el momento de postularse, ganar y ponerse una corona. Michelle Char Fernández es una de esas historias. Con o sin apellido, Barranquilla ya la había coronado mucho antes de que fuera oficialmente nombrada reina del Carnaval 2026.

Michelle no apareció de la nada. Su presencia en el Carnaval no es una sorpresa para quienes llevan años viéndola bailar, reír y abrazar a su gente en plena Vía 40. A sus 23 años, ha pasado más tiempo en ensayos, comparsas y desfiles que en escenarios “oficiales”. Fue bailarina del Ballet de Barranquilla por diez años, capitana juvenil del Country Club en 2018, parte de cumbiambas y grupos como La Revoltosa, Pasión Latina, Nativos y K Danza, y desde hace tres años, integrante de Fuerza Negra, su familia de la manga.

En todos esos grupos aprendió lo que significa vivir el Carnaval de verdad. Nunca buscó ser la figura principal ni tener el foco encima; siempre disfrutó siendo una más, dejando que quienes realmente se lo ganan con su trabajo y dedicación brillen en el escenario. Sabe lo que es compartir el cansancio después de un ensayo, sentir la ansiedad antes de un desfile, la alegría de un aplauso y el orgullo de llevar un disfraz con amor.Incluso antes de pensar en ser candidata, hizo algo que marcó la diferencia: se unió a la comitiva del Rey Momo 2025 en la Gran Parada de Comparsas, algo que no se había visto antes.

Ha estado en shows de coronación, como el de la Reina Popular de La Manga —integrante de su comparsa— y en muchos otros eventos, siempre con el mismo papel: disfrutar y trabajar como cualquier otra carnavalera. En la Vía 40 ha bailado sin buscar cámaras ni aplausos extra, simplemente viviendo la fiesta junto a quienes la hacen posible.

Durante el tiempo que fue aspirante a reina se mostró tal como es: cercana, auténtica y alegre. Compartió con sus compañeras candidatas como si fueran un solo equipo, dándoles reconocimiento en sus publicaciones y mostrando al público sus talentos y su trabajo. Para Michelle, ese proceso fue un regalo: recorrer juntas los barrios, conocer las historias y tradiciones que guardan cada comparsa y llevar la alegría del Carnaval a todos los rincones.

Por eso, más allá del apellido, Michelle es Carnaval puro. Todo lo que ha vivido en diferentes grupos le da una visión única que ahora quiere usar para darle protagonismo a quienes mantienen viva la fiesta: los hacedores y agrupaciones que la trabajan día y noche.

Su preparación no empezó el día que decidió postularse. Michelle lleva años formándose, no solo en técnica de baile, sino en cercanía con la gente, en liderazgo social y en entender que el Carnaval es de todos. Ha liderado actividades en barrios vinculados a sus grupos folclóricos, ha sido voz de bailarines y coreógrafos, y ha mostrado, con hechos, que el papel de una reina va mucho más allá del título y de escuchar ese icónico “Barranquilla, aquí está tu reina”.

Cuando presentó sus videos de aspiración, no eligió grandes escenarios ni discursos ensayados. Eligió su gente. Eligió contar las historias de quienes han mantenido viva la fiesta desde el corazón, incluso cuando sus nombres no son reconocidos. Eligió decir lo que pocos dicen: que el Carnaval no se aprende; con el Carnaval se nace.

Michelle lleva en su ADN el gusto por crear. Con su emprendimiento Cero8mil, ha demostrado que la creatividad y el amor por Barranquilla pueden convertirse en oportunidades para impulsar la moda local y el talento emergente. Sus diseños y propuestas rescatan el espíritu alegre y colorido de la ciudad, promoviendo a la vez la identidad del Caribe en cada prenda.

Michelle baila como vive: sin poses innecesarias, con fuerza, sabor y una espontaneidad que traspasa la pantalla. Cada paso que da en una coreografía no es solo baile; es un relato de lo que ha aprendido, de lo que ha sentido en cada ensayo, de lo que significa estar al lado de quienes han hecho del Carnaval su vida.

Ese estilo tan suyo —auténtico, cercano, real— es el que la hace conectar de inmediato. No necesita forzar sonrisas ni exagerar movimientos: la alegría en Michelle es genuina, su carisma es natural y su vocación es evidente.

En una época en la que algunas reinas han sido criticadas y comparadas sin piedad, Michelle sabe que la exposición no siempre es justa. Pero lejos de temerle, la enfrenta con un mensaje de empatía y respeto. Quiere que el Carnaval sea un espacio que represente de verdad lo que es Barranquilla: diversidad, unión, alegría y tradición.

Ella no está aquí para alimentar estereotipos ni para ser “la reina perfecta” que algunos inventan. Está para ser la reina real: la que escucha, la que abraza, la que defiende la esencia de la fiesta y la que no olvida que la corona es un altavoz para causas que importan.

En sus propias palabras, Michelle quiere “ser portadora de la alegría, embajadora de la luz y que en mi Carnaval volvamos a las raíces, a lo que en verdad vale: una tradición que nos une a todos”. Esa visión no es improvisada: viene de años respirando Carnaval con quienes lo viven 365 días al año, no solo cuatro.

Con ella, el reinado no será una vitrina de lujo, sino un viaje de regreso a la autenticidad. Un recordatorio de que esta fiesta nació en las calles, en los barrios, en las manos y pies de quienes bailan por amor y no por aplausos.

Hoy, Michelle Char es oficialmente la reina del Carnaval 2026. Pero lo cierto es que, mucho antes de que se hiciera el anuncio, su ciudad ya la había elegido. La había elegido cada vez que la veía sudar en un ensayo, en cada baile en la Vía 40, cada vez que levantaba la voz por los hacedores, cada vez que se detenía a conversar con quienes cargan el peso de la tradición.

Con o sin apellido, Michelle nació para esto. Y cuando termine su reinado, no será solo “la reina de ese año”, sino el ejemplo de que las coronas más auténticas son las que se llevan en el alma mucho antes de tenerlas en la cabeza.