El Papa León XIV celebró su primera misa dominical en la tumba de San Pedro, un acto cargado de simbolismo que marcó el inicio de su pontificado. Acompañado por miembros del clero y su hermano John Prevost, el Pontífice rezó en silencio ante las tumbas de sus predecesores, rindiendo homenaje al legado espiritual que heredaba. La concelebración con el Prior General de la Orden de San Agustín, a la que pertenece el Papa, destacó la profunda conexión entre su liderazgo y la tradición de la Iglesia.
La ceremonia subrayó la continuidad espiritual del pontificado, enfatizando la conexión entre el pasado y el presente de la Iglesia Católica. Al elegir la tumba de San Pedro como escenario para su primera misa dominical, el Papa León XIV estableció un vínculo directo con el apóstol y los papas que lo precedieron, reforzando la idea de una línea ininterrumpida de liderazgo espiritual.