
La reciente renuncia de Laura Sarabia ha desatado una nueva tormenta en el gobierno de Gustavo Petro, con el contrato de los pasaportes en el ojo del huracán. La excolaboradora, considerada una de las figuras más cercanas al presidente, presentó su dimisión ante la inflexible postura de Petro de que la Imprenta Nacional asuma la producción de estos documentos. A pesar de la promesa de ahorro para el Estado, la realidad es que esta entidad carece hoy de la tecnología y capacidad necesarias para cumplir con los exigentes estándares internacionales.
El punto de quiebre se dio cuando Sarabia propuso una extensión de 11 meses con la actual empresa operadora, Thomas Grey and Son, buscando evitar una crisis inminente en la emisión de pasaportes y dar tiempo a la Imprenta Nacional para adecuarse. Sin embargo, el presidente rechazó tajantemente esta opción, manteniendo su directriz. Esta decisión llevó a Sarabia a renunciar, en lo que se interpreta como una negativa a asumir la responsabilidad por las posibles consecuencias de una determinación que, a su juicio, podría generar un caos. El episodio subraya las tensiones entre la visión política y las realidades operativas que permean la actual administración.