En el corazón de la franja de Gaza, una crisis humanitaria se agudiza día tras día, cobrando vidas de manera alarmante. Lo que se describe como una “masacre silenciosa” contra la población palestina, revela la cruda realidad de un pueblo que lucha por sobrevivir.Los números son desoladores: en tan solo un día, 21 personas, incluyendo niños y bebés, perdieron la vida.
Esta escalada en el número de fallecidos es un reflejo directo del rápido deterioro de la situación, exacerbado por el bloqueo de alimentos y combustible que se mantiene desde marzo.La advertencia del Programa Mundial de Alimentos (PMA) resuena con urgencia: 90.000 mujeres y niños en Gaza requieren tratamiento inmediato por desnutrición.
De no recibirlo, el desenlace será fatal. La hambruna es una sombra que se cierne sobre la región, con casi un tercio de la población sin haber ingerido alimentos en varios días.
La desesperación empuja a miles de familias a desplazarse diariamente, recorriendo kilómetros bajo un sol inclemente en busca de cualquier rastro de alimento. Niños demacrados, personas haciendo fila con ollas vacías y campamentos improvisados y abarrotados son las imágenes que hoy definen la existencia en Gaza. La vida se ha convertido en una búsqueda constante de lo básico para subsistir.