Estados Unidos ignora a Europa y quiere poner fin a la guerra de Ucrania y Rusia.

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La diplomacia en torno al conflicto de Ucrania entra en una fase crítica esta semana, marcada por la visita del enviado especial estadounidense, Steve Witkoff, a Moscú para reunirse directamente con el presidente ruso, Vladímir Putin. Este movimiento unilateral de Washington ha encendido las alarmas en Bruselas, donde crece el temor a que la seguridad europea se esté negociando sin su participación directa.

​La administración estadounidense, buscando un avance en el estancamiento bélico, ha optado por un doble diálogo: con Kiev y con Moscú, marginando visiblemente a los líderes de la Unión Europea. La alta representante de la UE, Kaja Kallas, se ha mostrado crítica, señalando que la posición negociadora de Ucrania sería “más fuerte” si el bloque comunitario estuviera sentado a la mesa.

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​La preocupación central en las capitales europeas es verse relegadas al papel de meros financiadores de la posguerra, mientras que las decisiones estratégicas sobre el futuro territorial y de seguridad del continente se toman en Washington y Moscú.

​En un intento por recuperar relevancia e influencia, la UE está centrando sus esfuerzos en dos frentes clave: mantener la presión diplomática sobre Rusia y asegurar un flujo constante de ayuda militar y financiera a Kiev.

​El punto más candente es la liberación de los activos soberanos rusos congelados, gran parte de los cuales están inmovilizados en Bélgica. Bruselas busca desesperadamente utilizar estos fondos como garantía para un préstamo multimillonario destinado a la reconstrucción de Ucrania y la compra de armamento. Sin embargo, la decisión se encuentra estancada ante la resistencia legal de Bélgica y el temor a posibles represalias por parte del Kremlin.

​La disonancia entre los aliados occidentales no solo se limita a la forma de negociar la paz, sino a quién debe liderar la arquitectura de seguridad que surja del conflicto. Mientras que la UE presiona para consolidar su autonomía estratégica, la acción de Witkoff recalca la preeminencia de Estados Unidos en las conversaciones de alto riesgo.

​El resultado de las conversaciones en Moscú no solo definirá la suerte de Ucrania, sino que sentará un precedente sobre la influencia real que tendrá la Unión Europea en la geopolítica del continente.