
Fuente: DW
El inicio del pontificado de Robert Prevost, el primer papa estadounidense en la historia, estuvo marcado por una profunda carga simbólica y un claro mensaje de compromiso social. Su primer recorrido por la emblemática Plaza de San Pedro en el papamóvil y la recepción del Anillo del Pescador, una joya única forjada para cada pontífice y destinada a ser destruida tras su muerte, representaron la asunción formal de su nuevo rol.
En su misa inaugural, el papa Prevost no dudó en señalar los desafíos contemporáneos que afligen a la humanidad: la persistente discordia, las dolorosas heridas infligidas por el odio y la violencia, los arraigados prejuicios y el temor hacia aquellos considerados diferentes. Además, criticó con firmeza un paradigma económico que explota los recursos naturales del planeta y relega a los más vulnerables a la marginación.
Diez días después de su elección, confirmó la orientación social que guiará su pontificado al elegir su nombre en honor a León XIII (1878-1903). Este pontífice es reconocido como el padre de la doctrina social de la Iglesia, un legado construido sobre su valiente denuncia de la explotación de la clase obrera a finales del siglo XIX. La elección del nombre “León” por parte de Prevost se erige así como una declaración de intenciones, anticipando un papado enfocado en la justicia social y la defensa de los más desfavorecidos.