El efecto Corinthians: por qué Junior ganó terreno en el sorteo de la Copa Libertadores.

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La victoria de Corinthians en la Copa de Brasil generó un efecto indirecto, pero relevante, en la conformación de los bombos para la Copa Libertadores, y uno de los equipos que terminó beneficiado por ese movimiento fue Junior de Barranquilla. Aunque a primera vista pueda parecer un detalle menor, la redistribución de los bombos tiene un impacto real en el desarrollo del torneo y en las probabilidades competitivas de cada club.


Antes de ese título, Junior estaba proyectado para quedar en el bombo 4, el grupo que reúne a los equipos con menor coeficiente y que, históricamente, enfrenta los escenarios más complejos en la fase de grupos. Desde allí, el margen de error es mínimo, ya que es habitual cruzarse con dos rivales de alto peso continental. Con el campeonato de Corinthians, Brasil ajustó sus cupos y el ranking se reordenó, permitiendo que Junior ascendiera al bombo 3.


Ese salto no garantiza ventajas deportivas ni caminos sencillos, pero sí modifica el contexto inicial. Estar en el bombo 3 significa que Junior enfrentará a un cabeza de serie del bombo 1, a un equipo del bombo 2 y a uno del bombo 4, bajo las restricciones habituales por país. En términos de probabilidad, ese escenario suele ser más equilibrado que el que afrontan los clubes ubicados en el último bombo, que parten con una desventaja estructural desde el sorteo.


El impacto del cambio también es estratégico y simbólico. Subir de bombo refleja un mejor posicionamiento internacional y eleva las expectativas alrededor del equipo. Además, obliga al club a planificar la competencia con mayor ambición, entendiendo que la Libertadores no solo se juega en la cancha, sino también en el sorteo. En marzo, cuando se definan los grupos, Junior sabrá si este ajuste administrativo se traduce en una oportunidad real para competir con mayor margen en el torneo más exigente del continente.