Crisis diplomática entre Perú y México: Policía rodea embajada tras asilo a Betssy Chávez.

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La embajada de México en San Isidro amaneció blindada por un cordón de más de 20 policías en motos, escudos y cascos. No entraron –eso violaría la Convención de Viena–, pero el mensaje fue claro: nadie sale sin permiso peruano. Dentro, la ex primera ministra Betssy Chávez, prófuga por rebelión, duerme bajo bandera mexicana gracias al asilo exprés de Claudia Sheinbaum.

A las 4 p.m. del lunes, el canciller Hugo de Zela anunció: “México oculta a la coautora del golpe del 7-D”. El presidente interino José Jerí tuiteó: “¡Respeto a nuestra patria!” y dio 72 horas a la encargada de negocios, Karla Ornela, para irse. Relaciones rotas, solo quedan consulados.

El plan que se repitió tres años después

El 7 de diciembre de 2022, Chávez intentó huir a la misma embajada; Castillo cayó preso y ella se esfumó. Liberada en septiembre por “prisión irregular”, acumuló inasistencias. El 30 de octubre cruzó el portón con una maleta y pidió asilo: “Persecución política”.

México respondió en 48 horas: asilo concedido. Roberto Velasco tuiteó: “Víctima de violaciones procesales”. Sheinbaum, en mañanera: “Romper relaciones por un acto humanista es desproporcionado”.

¿Salvoconducto o encierro eterno?

Perú evalúa negar el pase seguro. Si lo hace, Chávez quedará atrapada como Assange: comida mexicana y 300 m² de limbo. El fiscal Chinchay pidió revocar su libertad; la sala decide esta semana.

En la calle, los vecinos miran el cerco azul. Un policía resume: “Órdenes son órdenes”. Chávez tuiteó anoche: “Gracias, presidenta @Claudiashein. La historia nos absolverá”.

Voces encontradas

•  Derecha peruana: “Protegen golpistas” (Keiko Fujimori).

•  Izquierda mexicana: “Defendemos perseguidos” (Morena).

•  Congreso peruano: Declara persona non grata a Sheinbaum por segunda vez.

El comercio bilateral (2.500 millones de dólares) sigue intacto, pero la Alianza del Pacífico tambalea. Y en la embajada, la luz del salón principal permanece encendida hasta el amanecer. Lima y Ciudad de México, que hace tres años brindaban por la CELAC, hoy se miden con la frialdad de un pasillo vigilado.