
Ucrania vivió una de sus noches más intensas de ataques desde el inicio de la guerra. Rusia lanzó un bombardeo masivo con más de 50 misiles y casi 500 drones contra varias regiones del país, dejando al menos cinco personas muertas y decenas de heridos.
Las explosiones se registraron en diferentes puntos del territorio ucraniano, incluyendo las regiones de Lviv, Zaporiyia, Járkiv, Odesa, Jersón y Vinnytsia. En Lviv, cuatro personas perdieron la vida tras el impacto de misiles en un parque industrial, mientras que en Zaporiyia se confirmó otra víctima fatal y varios heridos. Más de 73.000 hogares quedaron sin electricidad debido a los daños en la red energética.
Las defensas antiaéreas ucranianas lograron interceptar parte de los proyectiles, aunque no pudieron evitar los graves daños en infraestructura civil. Según las autoridades, los ataques buscan desestabilizar el sistema energético nacional ante la llegada del invierno, una estrategia que Moscú ya ha utilizado en años anteriores.
El gobierno de Kiev calificó la ofensiva como un “acto de terrorismo deliberado” contra la población civil, mientras Rusia no ha emitido declaraciones oficiales sobre la operación. La comunidad internacional condenó nuevamente el uso indiscriminado de fuerza contra zonas habitadas, advirtiendo del riesgo de una nueva escalada militar en el conflicto.