China acelera su supremacía naval y redefine el equilibrio estratégico global.

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La República Popular China ha consolidado su posición como potencia naval dominante, superando en número de buques a la Armada de los Estados Unidos y expandiendo su capacidad de construcción naval a un ritmo sin precedentes. Según estimaciones de la OTAN y expertos en defensa, el país asiático podría alcanzar los 435 buques de combate para el año 2030, marcando un hito en su ambicioso proceso de modernización militar.

Este crecimiento exponencial ha encendido las alarmas en Occidente. Aunque Estados Unidos mantiene una ventaja tecnológica y de tonelaje, la brecha se estrecha rápidamente ante la producción masiva y constante de la flota china. La capacidad industrial de China, que supera en eficiencia y volumen a la de sus contrapartes occidentales, ha sido identificada como un factor clave en esta transformación.

La preocupación se intensifica con el fortalecimiento de la cooperación militar entre China, Rusia y Corea del Norte. El desfile conjunto celebrado en Beijing en septiembre de 2025, con la participación de altos mandos de los tres países, fue interpretado como una demostración de fuerza y una señal clara de alineamiento estratégico frente a la hegemonía occidental.

En respuesta, la OTAN ha incrementado la producción de municiones y reforzado sus alianzas en Asia-Pacífico, buscando cerrar las brechas de capacidad frente al desafío chino. Sin embargo, analistas advierten que igualar el ritmo de producción industrial militar de China sigue siendo una tarea compleja.

La expansión naval china y su alianza con potencias no occidentales representan un cambio profundo en la dinámica de seguridad internacional. Expertos coinciden en que se requiere una respuesta coordinada entre Europa, América y Asia para preservar la estabilidad global y evitar escenarios de confrontación multinacional en el futuro cercano.