
Bolivia celebra hoy domingo, 17 de agosto de 2025, unas elecciones presidenciales que marcan un posible punto de inflexión en su historia política. Tras casi dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS) y de la figura de Evo Morales, el panorama electoral sugiere un giro significativo, con la oposición conservadora liderando las encuestas y una alta probabilidad de que el resultado se defina en una segunda vuelta, programada para el 19 de octubre.
Por primera vez en 20 años, Evo Morales no figura en la papeleta presidencial. Su inhabilitación ha generado una profunda división dentro de la izquierda boliviana, debilitando al oficialismo. Morales, desde fuera de la contienda, ha promovido el voto nulo como una forma de deslegitimar el proceso, una estrategia que ha captado un porcentaje considerable de intención de voto en las encuestas, fragmentando aún más el apoyo de la izquierda.
Los principales contendientes en el lado de la oposición son figuras de la derecha y centroderecha, como Samuel Doria Medina (Alianza Unidad) y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (Alianza Libre), quienes se posicionan como los favoritos para pasar a la segunda vuelta. La división interna del MAS, junto con la gestión económica, ha abierto el camino para que la derecha vislumbre un retorno al poder.
La Crisis Económica como Desafío Central:
El telón de fondo de estas elecciones es una severa crisis económica que atraviesa el país. Bolivia enfrenta una inflación creciente (en julio se situó en 25%), escasez de combustible, y una drástica reducción en la venta de gas natural, que históricamente ha sido la principal fuente de ingresos para el Estado. El gasto público, que asciende al 80% del PIB, y un sector productivo anémico, complican aún más la situación.
Los bolivianos están sintiendo el impacto directo de esta crisis en el aumento de precios de alimentos y transporte. La inestabilidad económica ha generado un descontento social considerable, y los analistas señalan que la capacidad del próximo gobierno para implementar ajustes económicos y gestionar sus costos sociales será crucial para la estabilidad del país.
Expectativas y Desafíos:
A pesar de la fragmentación política y la falta de propuestas “ilusionantes” según algunos análisis, se espera una alta participación ciudadana, con la esperanza de que estas elecciones sean un instrumento para encontrar soluciones a la compleja situación actual. El futuro gobierno, independientemente de su signo político, se enfrentará al desafío de estabilizar la economía, atraer inversiones y abordar las demandas de una población afectada por la crisis. La figura de Evo Morales, aunque ausente de la contienda, sigue siendo un factor influyente, y el desenlace de estas elecciones podría reconfigurar el mapa político de Bolivia para las próximas décadas.