
El Congreso Colombiano de la Construcción 2025, organizado por Camacol, cerró con broche de oro este viernes, dejando un mensaje claro: el sector de la construcción está en apuros, pero hay un camino para salir adelante, y Barranquilla parece tener la fórmula. Bajo el lema “Juntos construimos futuro”, más de 2.000 personas, entre empresarios, políticos, académicos y hasta precandidatos presidenciales, se reunieron para ponerle lupa a la crisis del sector y proponer soluciones de cara al próximo gobierno, con las elecciones de 2026 a la vuelta de la esquina.
Si algo quedó grabado en la mente de todos, fue la frase del presidente de Camacol, Guillermo Herrera: “Nunca llegó la reactivación prometida, pero sí el cierre de Mi Casa Ya”. ¡Zas! Ese fue un golpe directo al gobierno actual, porque el programa de subsidios para vivienda, que era el alma de la construcción de vivienda social, se desvaneció, y con él, las esperanzas de muchos constructores. Las cifras no mienten: las ventas de vivienda de interés social (VIS) están por el suelo, y el sector, que genera miles de empleos, siente que le cortaron las piernas. Pero no todo es fatalidad, y el congreso se encargó de mostrar que hay luz al final del túnel.
Hablemos de Barranquilla, porque la Arenosa se robó el show. Mientras el país lidia con una contracción en la construcción, aquí el sector creció un 18%. ¿El secreto? Una alianza sólida entre el sector público y privado, que ha permitido que proyectos como el megabarrio Villas de San Pablo avancen a buen ritmo. No por nada llamaron a Barranquilla una “ciudad icónica” del Caribe. En el cierre del evento, un debate con los alcaldes de Barranquilla y Cartagena, junto al gobernador del Atlántico, mostró cómo la región está apostándole a un desarrollo urbano que puede ser ejemplo para el resto del país.

Pero Camacol no vino solo a quejarse. Trajeron un plan de cinco puntos que, la verdad, suena bastante sólido. Primero, quieren resucitar Mi Casa Ya, pero en una versión 2.0, más eficiente y con incentivos para el ahorro, como las antiguas cuentas AFC. Luego, están mirando al 40% de los hogares urbanos que alquilan y dicen: “¿Por qué no formalizar el arrendamiento y hacerlo más accesible?” También hablaron de créditos más inclusivos, especialmente para familias informales o en zonas rurales, porque ahí hay un potencial enorme para mover la economía. Y no se quedaron atrás en innovación: propusieron ciudades sostenibles, con ideas como las “ciudades de 15 minutos”, donde todo lo que necesitas está a un paso. Por último, pidieron planeación urbana que piense en el futuro, porque, ojo, la población está envejeciendo y las ciudades tienen que adaptarse.
El congreso también tuvo un toque político que no pasó desapercibido. Por primera vez, hubo un debate con precandidatos presidenciales, y se tocaron temas pesados, como la propuesta de una constituyente que ha flotado desde el gobierno de Petro. El mensaje fue claro: el sector necesita reglas claras, seguridad jurídica y menos anuncios vacíos. “Queremos acciones, no promesas”, parecía gritar el gremio.
En resumen, el Congreso de Camacol 2025 dejó claro que la construcción puede ser el motor para sacar a Colombia del bache, pero necesita un gobierno que le apueste en serio. Barranquilla demostró que se puede, con su crecimiento y sus proyectos emblemáticos, pero el resto del país necesita subirse al tren. Con propuestas concretas y un llamado a la acción, Camacol puso la pelota en la cancha del próximo gobierno. ¿Será que en 2026 veremos ese “nuevo ciclo” que tanto piden? Por ahora, la Arenosa sigue siendo la reina del Caribe, y el sector constructor, un gigante que no se rinde.
