
. La razón: una serie de redadas migratorias ordenadas por el presidente Donald Trump, que han encendido la mecha de la indignación en la ciudad.
Las manifestaciones estallaron el viernes 6 de junio. Agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) llevaron a cabo redadas en zonas con alta población latina, como West Lake y Panamount. Según la Coalición por los Derechos de los Inmigrantes, 45 personas fueron arrestadas el primer día, presuntamente sin órdenes judiciales.
Aunque la mayoría de las protestas fueron pacíficas, algunas derivaron en violencia. Se reportaron ataques a edificios, saqueos, incendios de vehículos y bloqueos de carreteras, lo que llevó a cientos de arrestos y varios heridos.
Las fuerzas antidisturbios respondieron con gases lacrimógenos, balas de goma y otras tácticas no letales. El presidente Trump, por su parte, defendió las redadas y desplegó 700 marines y 4.000 efectivos de la Guardia Nacional en Los Ángeles.
Los Ángeles, una “ciudad santuario” de inclinación liberal, es el hogar de una gran cantidad de migrantes indocumentados. Expertos señalan que esta situación es una “tormenta perfecta” para que la Casa Blanca demuestre su política de expulsión de inmigrantes indocumentados y restablezca el “orden”.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, declaró el estado de emergencia local y un toque de queda nocturno. A pesar de los disturbios, la alcaldesa enfatizó que no representan una crisis generalizada y urgió al presidente Trump a detener las redadas.
Las protestas contra las redadas migratorias no se limitan a Los Ángeles. Ciudades como Chicago, Atlanta y Nueva York también han sido escenario de enfrentamientos, uso de gases lacrimógenos y detenciones en medio de multitudinarias manifestaciones. La tensión migratoria se extiende por el país.